(Este documento toma como base el libro de Alejandro Piscitelli
“CIBERCULTURAS 2.0 EN LA ERA DE LAS MÁQUINAS INTELIGENTES”)
En un diálogo con Bruce Maszlich quien propone la teoría de la “cuarta discontinuidad” Alejandro Piscitelli le reconoce a este la elaboración del inventario de las estrategias que ha usado la ciencia para tender puentes entre las que se concebían como discontinuidades irreconciliables: 1) lo celestial/lo terrenal con Copérnico; 2) lo humano/lo animal con Darwin y 3) lo irracional/lo racional con Freud. Superándose gracias a estos padres fundadores los rasgos marcadamente antropomorfistas de la ciencia, en tanto asumía que el hombre era un ser particular y preferentemente distinto a todo lo demás (la naturaleza).
A partir de este presupuesto y en el intento por reconciliar la biología, los sistemas, la cibernética, la neurociencia y la sociología Piscitelli reconoce indicios “aquí y allá” del advenimiento de las que denomina las inteligencia-más-que-humanas (IMQH), pero la gran novedad en su pensamiento radica en primer lugar en que cree que esto tendrá lugar en cualquier momento pero no solo proveniente de la llamada Inteligencia Artificial (IA), a la cual se ha querido colocar como en oposición insalvable frente a la inteligencia humana. He aquí entonces la cuarta discontinuidad: el conflicto entre Inteligencia Artificial y la Inteligencia Humana, el conflicto hombre/máquina.
Para Piscitelli es mucho más probable que las inteligencias-más-que-humanas (IMQH) sean el fruto del “Aumento de la Inteligencia” para lo cual formula tres hipótesis-caminos que la ciencia ya está recorriendo: 1) Inmensas redes de computadores y usuarios interconectados (Internet por ejemplo). 2) La interfaz entre la computadora y los seres humanos se volverá tan íntima que los usuarios podremos considerarnos superinteligentes (Tomar como ejemplo al profesor Steve Mann de la Universidad de Toronto) y 3) la neuroingeniería proveerá los medios para aumentar exponencialmente la inteligencia humana (Ver ejemplo) Nótese como entre estas tres vías lo coincidente es que se establece un puente, un continuo, entre lo biológico y lo tecnológico, entre inteligencia humana e inteligencia de agentes no-humanos, entre el humano y el cyborg; en lugar de creer que entre lo uno y lo otro hay una relación por oposición.
Históricamente hemos visto la inteligencia artificial como un peligro para la humanidad, al considerar la IA como una inteligencia propia de las máquinas (recuérdese por ejemplo la película “Yo, Robot” de Alex Proyas) en donde se evidencia esa desconfianza hacía “ese otro servil” (la máquina) que al ser también inteligente puede levantarse en armas y exigir sus derechos (¿?). Piscitelli en cambio nos recuerda que las pistas de las inteligencias-más-que-humanas (IMQH) ya están entre nosotros y que entre el temor y la fascinación por la inteligencia artificial, la inteligencia pura de las máquinas, la inteligencia a partir de cero y la creencia antropocéntrica en la superioridad de la “raza humana” hemos dejado de ver las IMQH y que éstas son la continuación de nuestra biología por otros medios, son la proyección misma de nuestra humanidad, de nuestra sociedad, representan la interacción entre agentes humanos y agentes no humanos, inteligencia en colectivos sociales y tecnológicos que toman la forma de inteligencias distribuidas, “inteligencias híbridas” por proponer una categoría, en donde resulta imposible distinguir entre la preeminencia de los social o la potencialidad de lo maquinal, ya que en esta combinación de fuerzas lo uno y lo otro son un todo al mismo tiempo.
Piscitelli nos lleva a pensar en que probablemente estas IMQH no sean programadas, sino que surjan, hagan eclosión en tanto ya desde distintos lugares se han generado los componentes para el caldo de cultivo necesario para su aparición; es posible que lo que hoy notamos como señales inquietantes sea simplemente la efervescencia que antecede a una nueva forma de inteligencia, una nueva forma de vida inteligente. Esos “aliens” que hemos creído ver en el espacio, quizás están mucho más cerca de hacer su aparición en el ciberespacio, y como nos lo recuerda el autor: que tal que un día de estos amanece recién y nos damos cuenta que hay máquinas hablando con máquinas, humanos hablando con máquinas y máquinas hablando con humanos ¡y como si fuera un descubrimiento nos sorprendamos!
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